Cuando alguien se le pone a fumar al lado sin previo aviso, usted, que no fuma, tiene dos opciones para su defensa personal ante la intoxicación a la que lo someten o debe decidir el eterno dilema del no fumador.
La opción "A" es decirle a la persona que fuma que por favor no lo haga. El problema de esta opción es que la mayoría de los fumadores lo mandarán a uno en el mejor de los casos a freír monos (por decirlo con una metáfora suave). Si uno es un tipo con suerte, le pedirán disculpas y apagarán el cigarrillo. ¿Qué un desconocido le pregunte antes de encender uno? ¡eso sería un milagro!
Hay que considerar que esta opción trae indirectamente un beneficio al fumador, si es que este quiere apagar el cigarrillo, claro, ¿se merece un fumador irrespetuoso que nos preocupemos por él aunque sea indirectamente? Si el ha elegido intoxicarse y morir lentamente, y no le importa hacer lo mismo con los que lo rodean, incluso en contra de la ley si puede evitarla, ¿por qué tendríamos nosotros que hacerle un favor?
Pero lo peor es que habrá lugares o situaciones donde será casi imposible exigir esto. Quedaría uno como un ridículo, y todo se reirían de usted si pretendiera, por ejemplo, que no se fume en un bar o una discoteca donde lo permitan, o exigir a un grupo de personas con caras de pocos amigos que lo hagan cuando uno se encuentra en franca minoría. ¿Vale la pena intoxicarse por un "beneficio" social o recibir una paliza por intentar que no fumen al lado suyo? usted no puede entrar a esos lugares si no quiere aspirar humo; ni tampoco permitirse una pelea en inferioridad de condiciones por pretender que no le fumen al lado.
Deberá usar entonces la opción "B", o plantearse si no hay otros lugares donde exista ese beneficio sin estar asociado con ese perjuicio.
La opción "B" consiste en alejarse de la persona/s que fuma/n y, sin entrar en enfrentamiento alguno, dejarla que siga con su ritual suicida. Es mi opción preferida.
El problema que tiene es que, por un lado, esta persona sigue pese a todo, contaminando el medio ambiente y a otras personas que no desean fumar pero que no pueden alejarse por cuestiones físicas o por inconsciencia (niños, ancianos). Por otro lado, muchas veces en lugares cerrados (en edificios, empresas, o nuestra propia casa) o con poco espacio (estaciones del metro, etc.) es literalmente imposible alejarse de una persona que fuma. Aquí no queda otra que volver a la opción "A", cueste lo que cueste.
Si tenemos claro que el fumar es "normal" por culpa de la ignorancia creada por el marketing de las empresas tabacaleras, y transformado en un acto social aceptado como derivado de esa ignorancia con fines comerciales; también tendremos claro que en ningún caso nosotros podremos ser tildados de "intolerantes".
SIEMPRE el intolerante es el fumador, no se puede permitir que alguien decida matarte y pretenda que se lo tolere simplemente porque uno pretende respirar aire puro, lo que SI ES UN DERECHO indudablemente. Todos tenemos derecho a la defensa personal, incluso ante el cigarrillo. Así lo recoge la ley, y lo dice el sentido común.
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