viernes, 23 de diciembre de 2011

El Alcohol es el peor Enemigo del Conductor


La relación entre el alcohol y los accidentes es bien conocida, indistintamente del tipo de accidentes (laborales, de tráfico, etc.). Concretamente con relación a los accidentes de tráfico y de manera general se estima que el conducir bajo los efectos del alcohol es responsable del 30-50% de los accidentes con víctimas mortales, del 15 al 35% de los que causan lesiones graves, y del 10% de los que no causan lesiones.
Concretamente en España, el 62,9% de los conductores de vehículos son bebedores habituales (consumen bebidas alcohólicas al menos una vez por semana) y el 18,8% consumen una media diaria de alcohol absoluto de 80 o más gramos. Así mismo entre las personas fallecidas en accidentes de circulación en el 50% de los casos se detecta alcohol, y en el 35% concentraciones superiores a 0.8 gr/l.

Efectos del alcohol sobre la capacidad de conducción
Los efectos del alcohol sobre el organismo humano se conocen bien. El alcohol produce una depresión no selectiva del sistema nervioso central, deteriorando la función psicomotora, la percepción sensorial (vista y oído), modifica el comportamiento de la persona, etc. En general, los efectos del alcohol son directamente proporcionales a su concentración en sangre: a mayor concentración mayor deterioro.
En relación con el alcohol y la conducción de vehículos, los efectos del alcohol pueden agruparse en tres grandes grupos:
Efectos sobre la función psicomotora y sobre las capacidades del conductor.
Está perfectamente demostrado que el alcohol deteriora marcadamente la función psicomotora y la capacidad para conducir con seguridad. Quizás uno de los efectos más importantes, es que el alcohol aumenta el tiempo de reacción, es decir, aumenta el tiempo que tarda la persona, después de percibir plenamente las sensaciones y/o recibir información, en decidir qué debe hacer y cuándo actuar. Asimismo, el alcohol produce importantes efectos sobre la coordinación bimanual, deteriorándola, y sobre la atención y la resistencia a la monotonía. En relación con este último aspecto, la atención es un factor decisivo, ya se trate de atención concentrada (referida a un solo objeto), o difusa (que se distribuye simultáneamente en rapidísima sucesión entre numerosos objetos). Además, se altera la capacidad para juzgar la velocidad, la distancia y la situación relativa del vehículo, así como la capacidad para seguir una trayectoria o hacer frente a una situación inesperada. Los efectos del alcohol, al aumentar el tiempo de reacción, deteriorar la coordinación motora, el procesamiento de la información, disminuir la atención y resistencia a la monotonía, etc., disminuye marcadamente la capacidad para conducir con seguridad e incrementa el riesgo de accidente.
Efectos sobre la visión.
El alcohol produce importantes efectos sobre la visión. La acomodación y la capacidad para seguir objetos con la vista se deterioran, incluso con niveles bajos de alcohol en sangre. Bajo los efectos del alcohol el campo visual se reduce, se altera la visión periférica y se retrasa la recuperación de la vista después de la exposición al deslumbramiento.
Efectos sobre el comportamiento y la conducta
El alcohol produce un efecto de sobrevaloración de la persona dando lugar a una mayor seguridad en sí mismo. Esto unido al deterioro de las funciones cognitivas, de lo que a veces el conductor no es consciente, ocasiona un mayor riesgo de accidente. Por otra parte, el alcohol puede alterar la conducta-comportamiento, y bajo sus efectos no son infrecuentes las reacciones de euforia, agresividad, conductas temerarias, etc.

La relación entre el alcohol y los accidentes de tráfico
Los efectos del alcohol sobre las distintas funciones relacionadas con el rendimiento psicomotor y la capacidad para conducir, así como el riesgo de sufrir un accidente de tráfico, varían principalmente según la edad, forma de consumo de alcohol (habitual, esporádico), la experiencia en la conducción de vehículos e incluso según el tipo de colisión (sólo un vehículo o colisión múltiple).
A medida que aumenta la alcoholemia aumenta el riesgo de verse implicado en un accidente de tráfico. En los conductores inexpertos y en los que beben con poca frecuencia, el aumento del riesgo de accidente comienza con unos niveles mucho más bajos de alcohol en sangre, mientras que para los conductores más experimentados, y aquellos que beben de manera habitual, son necesarios niveles más elevados.
Los jóvenes, por distintas circunstancias (conductores inexpertos, consumos elevados los fines de semana, conducta desinhibida, etc.) son particularmente vulnerables. Se estima que el riesgo relativo de sufrir un accidente mortal en los conductores con niveles de alcohol en sangre de 80 mg/100 ml es máximo entre los jóvenes de 16-17 años (165 veces) y entre los de 18-19 años (70 veces).
Por otra parte, es bien conocido que el alcohol contribuye en la gravedad de las lesiones, es decir, tras un accidente de tráfico, el ocupante de un vehículo que se encuentre bajo los efectos del alcohol tiene tres veces más posibilidades de padecer lesiones mortales que quién esté libre de alcohol, a igual severidad y circunstancias del accidente.
Es sobre la base de esta relación entre la alcoholemia y el riesgo de accidente de tráfico, a partir de la cual se han establecido los niveles máximos de alcohol en sangre (y otros fluidos biológicos) a los que está permitido conducir. Los conocimientos científicos actuales han contribuido a establecer que en la mayoría de países de la Unión Europea el límite sea de 0.5 gr/litro.

Algunos mitos y creencias sobre el alcohol y la conducción
Existen con frecuencia mitos y creencias con relación al alcohol y la conducción de vehículos que nada tiene que ver con la realidad.
 "No hay peligro si estoy por debajo del límite legal"
Totalmente falso. De hecho con niveles de 0.15-0.2 gr/litro de alcohol en sangre ya empieza a observarse deterioro de la función psicomotora, y existe un mayor riesgo de accidente. Esto es especialmente manifiesto en los conductores noveles y no experimentados, así como entre aquellos que no beben de manera habitual.
 "Dos personas que beben lo mismo tendrán la misma concentración en sangre"
Falso. La concentración de alcohol en sangre depende directamente de la cantidad de alcohol consumida: a mayor cantidad de alcohol consumida mayor cantidad de alcohol en sangre. Sin embargo, el nivel de alcohol en sangre se ve influenciado por el peso y el sexo del individuo. De hecho, las personas de mayor peso (y en especial dependiendo de la grasa que tengan) y los varones presentan menores niveles de alcohol en sangre. La alcoholemia puede calcularse a partir de la fórmula siguiente: Alcoholemia = Gramos de alcohol ingerido/Peso en Kg x (0.7 hombre y 0.6 mujer).
 "El alcohol consumido con la comida no se absorbe"
Falso. El beber alcohol con las comidas hace que se retrase la absorción del alcohol aunque al final éste se acaba absorbiendo. Por el contrario, el ingerir alcohol con el estómago vacío favorece que el alcohol se absorba más rápidamente (y consecuentemente, sus efectos se inicien antes).
 "¡Yo nunca daré positivo!"
Muchas personas por su trabajo necesitan 'alternar con sus clientes'. Ellos piensan que el tomar un aperitivo, luego el vino con la comida, la copa después de comer, etc., no les va a afectar ni les va hacer que den positivo en un control porque están acostumbrados a beber y además porque beben poca cantidad y a lo largo del tiempo. Esto es falso. El hígado metaboliza unos 7-10 gramos de alcohol por hora (el equivalente a 0.1-0.15 gr/litro de alcohol en sangre), y por lo tanto es incapaz de metabolizar tan rápidamente como el individuo cree todo el alcohol que consume, por lo que al final su nivel de alcohol en sangre es mucho mayor de lo que él cree, y el alcohol le ha afectado mucho más de lo que a él le hubiese gustado.
 "¡Un café, una cabezadita, y como nuevo!"
Muchas personas tienen la creencia errónea de que el tomar un café o un té les va a contrarrestar los efectos del alcohol. Así mismo, hay algunas personas que creen que por dormir un poco ya tienen restablecidas sus funciones psicomotoras. Nada más lejos de la realidad, ya que los efectos del alcohol están en relación directa con los niveles de alcohol en sangre, y ni el café, o el té, o darse una ducha, o dormir un poco son capaces de alterar los niveles de alcohol en sangre. Ello no quiere decir que puedan servir para contrarrestar muy parcialmente algunos de los efectos del alcohol durante cierto tiempo.
"Y a la mañana siguiente, ¡positivo!"
Esto comienza a ser más frecuente en nuestro país dado que el consumo de alcohol se concentra durante los fines de semana. Es conocido que algunos individuos consumen unas grandes cantidades de alcohol cuando salen por la noche durante el fin de semana. En estos casos puede ocurrir que incluso después de haber dormido ocho horas, los niveles de alcohol en sangre sean todavía superiores al límite legal. Máxime, cuando algunos individuos para contrarrestar los efectos de la resaca comienzan el nuevo día bebiendo alcohol. Por ejemplo, una persona con una alcoholemia de 1.8 gr/litro puede necesitar entre 6 y 10 horas para que la alcoholemia le de 'negativo' (menos de 80 mg/100 ml).

Fuente: M. Carmen Del Río Gracia. 
Departamento de Farmacología y Terapéutica, Facultad de Medicina.
Universidad de Valladolid. Valladolid.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

COMO CONDUCIR CON LLUVIA

¿Conoce usted los verdaderos riesgos de conducir bajo la lluvia? Son muchos los factores a tener en cuenta y usted debe conocerlos.


Para mantenerse al margen de problemas si va a conducir con lluvia tenga muy en cuenta estos consejos:

Este atento a las condiciones del pavimento. Considere que al inicio de la tormenta es cuando la carretera estará más resbaladiza porque con las primeras gotas el agua se mezcla con la suciedad y el aceite presente en las calzadas, creando las condiciones perfectas para derrapar.

Compruebe el estado de los neumaticos antes de salir. Más allá del diseño del neumático, el estado de las gomas adquiere protagonismo al conducir con lluvia, ya que tienen la misión de desagotar el agua para que el contacto entre el caucho y el asfalto sea el mejor posible, la profundidad de dibujo adecuada nunca debe ser menor de 1,5 mm.
Vigile también la presión de los neumáticos. La presión correcta es la que indica el fabricante del vehículo para la cual la superficie de apoyo es la máxima.

Conduzca más despacio. Lo hacen los pilotos de competición. Los tiempos de vuelta registrados con condición de piso mojado son hasta un 30% superior a los de pista seca.
Si conducimos más despacio, daremos tiempo al neumático de drenar el agua y más banda de rodadura del neumático estará en contacto con el pavimento, lo que redunda en mayor tracción y respuesta de frenado.
Cómo reaccionar en caso de derrape. En esta situación es necesario mantener firme la dirección y no tratar de corregir o frenar estando en la zona de baja adherencia. Conservar la dirección en el sentido de desplazamiento y esperar a salir de la zona de derrape o acuaplaning.

Aumente la distancia de seguridad con el coche que le precede. Frenar en una carretera mojada le llevará aproximadamente el triple de tiempo que frenar en una carretera seca. El objetivo debe ser realizar desaceleraciones suaves y progresivas. Si nos vemos obligados a frenar debemos evitar el bloqueo de los neumáticos, un principio físico muy importante a considerar es que el agua podrá ser despejada por debajo del neumático siempre y cuando esté en movimiento (rodando), es decir, el bloqueo inevitablemente conducirá al aquaplaning o derrape. En virtud de esta circunstancia los vehículos equipados con ABS (sistema antibloqueo) cuentan con una ventaja al conducir con lluvia en este tipo de circunstancias.
AL subir limpie bien las suelas de los zapatos en las esterillas o en la moqueta del coche antes de arrancar el motor. 


Es recomendable seguir la huella del coche que le precede porque de esta forma se disminuye el riesgo de aquaplaning.

Al conducir con lluvia es muy importante dejarse ver. Se deben comprobar con regularidad el funcionamiento adecuado de las luces delanteras, las luces traseras, las luces de frenos y los intermitentes. En casos de mucha lluvia, hay que encender las luces antiniebla delanteras y traseras.

Mantenga una buena visibilidad a través del frenos. Para ver hay que mantener las escobillas del limpiaparabrisas en buen estado y si es necesario desempañar los vidrios con el aire acondicionado.
Seque los frenos. En carretera abierta toque de vez en cuando los frenos suavemente para que el roce evacue el agua entre el disco y las pastillas y estén secos en caso de necesidad. Aplique esta técnica sobre todo después de atravesar un charco.

Si llueve demasiado, piense en parar. Una copiosa lluvia puede sobrecargar las escobillas y mantener un flujo continuo de agua sobre el parabrisas. Cuando se produzca esta limitación de visibilidad, y no pueda ver el borde de la carretera ni otros vehículos a una distancia segura, habrá llegado el momento de parar el coche en lugar seguro alejado de la carretera
Finalmente si va a conducir con lluvia extreme las precauciones cuando adelante a otros vehículos, evite a toda costa pisar la pintura blanca, puede comportarse como hielo y considere no conducir si se encuentra cansado.